Integración Tecnológica Eficaz

Integración Tecnológica Eficaz

¿ Cómo integrar la tecnología de manera eficiente en la educación?

La tecnología está presente en casi todo lo que hacemos, ha cambiado e impactado nuestra sociedad de maneras nunca antes pensadas. La educación no está exenta a esta realidad.

A través de los años se han hecho muchos esfuerzos a nivel educativo y se ha invertido una gran cantidad de dinero tratando de integrar la tecnología de una manera positiva y transparente en las instituciones educativas a nivel mundial. Algunas escuelas han logrado hacer cosas importantes con este recurso, sin embargo, para quizás una gran mayoría, el uso de la tecnología en la práctica docente ha resultado ser frustrante y desalentador.

Es evidente la gran cantidad de presupuesto que muchas instituciones educativas destinan a recursos tecnológicos tales como equipos de cómputo, dispositivos, sistemas y equipos multimedia por mencionar algunos. También es evidente que la correlación equipo tecnológico – capacitación docente no es la más óptima. Los docentes deben saber de primera mano cómo esos recursos pueden ayudar a mejorar los procesos de aprendizaje de sus estudiantes, de lo contrario, cualquier esfuerzo porque este recurso mejore la educación resultará en vano.

Hemos visto innovaciones en el pasado, como la aparición de la televisión por ejemplo, que a pesar de que parecía tener un gran potencial, al final tuvo efectos muy pobres y aislados a nivel educativo. El detalle está que cuando se pone el enfoque en un dispositivo o novedad y no en el aprendizaje no importa que tan sofisticada y deslumbrante sea la innovación siempre va a generar dudas y confusión con respecto a la eficacia o no de la misma.

La conclusión a la que hemos llegado es que para que la tecnología sea eficiente y cumpla un propósito de mejora del aprendizaje tiene que darse una transformación educativa en dos niveles principales, estos son el currículum y la metodología de enseñanza predominante.

Sin un currículum pedagógico que se enfoque más en el desarrollo de habilidades y destrezas para que los estudiantes sean competentes en este mundo tan globalizado y competitivo es prácticamente imposible que alguna tecnología por sí sola mejore o solucione los problemas educativos que vemos a nivel mundial. Por otro lado, si el concepto de enseñanza que se tiene en la institución es aquel donde el enfoque está en la transmisión de contenidos que los estudiantes deben aprender de memoria para pasar exámenes la tecnología no va a aportar mucho tampoco.

La pregunta fundamental que toda institución educativa debe hacerse no es que saben sus estudiantes sino más bien cómo y en qué contextos ellos pueden aplicar los conocimientos adquiridos en escenarios de la vida real. En otras palabras, el objetivo primordial debe ser que el estudiante sea competente, eso significa que sabe (conceptual), que sabe hacer o aplicar (procedimental) y que sabe ser (actitudinal).

Muchas veces las instituciones educativas se quedan estancadas en la parte conceptual y cuando los estudiantes salen del colegio no saben cómo aplicar lo que se les transmitió en contextos reales, ni tampoco saben cómo comportarse ante diferentes escenarios porque nunca fueron preparados adecuadamente para eso (inteligencia emocional). Dicho de otra manera, los estudiantes de hoy en día salen de los colegios sin las destrezas y habilidades necesarias que les permita ser competentes y poder, al fin de cuentas, triunfar en este mundo tan tecnológico, acelerado y avanzado en el que vivimos.

Para lograr el cambio de la calidad educativa contextualizada al mundo actual es imprescindible que los docentes tengan las competencias profesionales requeridas. Si los estudiantes no encuentran en sus docentes esas personas, que más allá de guiar el aprendizaje lo impulsan, es bastante probable que no haya ninguna mejora significativa, independientemente si hay o no tecnología de por medio. Es por lo tanto, el desarrollo profesional docente el elemento fundamental para que haya una verdadera transformación educativa, no son los dispositivos los que hacen el cambio, son los docentes.

Puede que una institución cuente con lo último en tecnología, con buena conexión a Internet, con dispositivos para cada estudiante, pizarras interactivas, equipos multimedia etc., que si el docente continúa dando sus clases de manera magistral, pasiva, unilateral y enfocada en los contenidos la tecnología disponible en realidad no aportará más que una simple atracción visual y estética.

Es imprescindible recalcar que el impacto educativo y la mejora en los procesos de aprendizaje no viene de la mano de incorporar más elementos tecnológicos, sino más bien, de una reingeniería de los métodos de enseñanza y su respectivo análisis y estudio de cómo y qué tecnologías pueden facilitar y potenciar los procesos de aprendizaje de los estudiantes a nivel global.

Vemos desde la experiencia y la evidencia empírica que muchas instituciones educativas sufren de manera general aunque en menor o mayor escala de las siguientes problemáticas a la hora de hacer esfuerzos por utilizar recursos tecnológicos en la educación:

Se decide usar cierta tecnología llámese dispositivos, sistemas o aplicaciones sin tener un fundamento pedagógico contextualizado que sustente la decisión; en muchos casos ni siquiera existe un fundamento técnico y administrativo. El resultado es que no hay nadie que tenga claro cómo y para qué esa tecnología será usada para mejorar el aprendizaje de los estudiantes, que es en definitiva lo que todos buscan.

Por lo tanto, la mayor parte del tiempo ese recurso se convierte en un obstáculo más que un impulsor del aprendizaje. No es anormal ver tantos dispositivos empolvándose y sin ningún uso en tantas instituciones alrededor del mundo.

Muchas instituciones educativas tienen los recursos tecnológicos pero sus docentes no reciben la suficiente capacitación y desarrollo profesional para aprovechar el recurso de manera significativa y transformadora en el aprendizaje.

La tecnología en la mayoría de los casos ha funcionado en las instituciones educativas como un sustituto. Lo que ha habido es un proceso de digitalización de la educación que al final de cuentas ha aportado muy poco o nada al proceso de aprendizaje.

Por ejemplo, sustituir una pizarra acrílica por una inteligente no produce por defecto ni mucho menos al azar un impacto o una transformación en el aprendizaje de los estudiantes. La instrucción suele continuar de la misma manera, centrada en el docente, unilateral y pasiva. El hecho de que haya un elemento innovador no cambia de manera intrínseca la metodología de enseñanza. Es básicamente hacer lo mismo solo que mucho más caro.

Los problemas técnicos asociados al uso de tecnología en la educación ha provocado que muchos docentes simplemente prefieran no usarla del todo, al fin de cuentas, la pizarra, la tiza y el libro de texto nunca fallaron. El uso de tecnología debiera comportarse de igual manera, pero la realidad es otra.

El uso de los equipos tecnológicos está muchas veces limitado al uso de herramientas ofimáticas en contextos sumamente básicos como la digitación de texto o investigaciones en Internet. Hay una ausencia visible de usos más complejos, significativos y contextualizados en las escuelas.

En consonancia con lo que sugiere el sentido común, la evidencia empírica permite concluir que invertir en tecnología educativa para seguir haciendo lo que puede hacer igualmente un docente por sí solo, sin ningún soporte tecnológico, no merece la pena (Greaves, Hayes, Wilson, Gielniak, & Peterson, 2012).

En resumen, los estudiantes necesitan metodologías de enseñanza y aprendizaje que les permita desarrollar las habilidades blandas y técnicas requeridas en este siglo. El aprender contenidos de la manera tradicional no es suficiente en estos días, especialmente cuando tenemos un mar tan gigantesco de información como el Internet.

¿ Cómo puede apoyar y mejorar la tecnología el aprendizaje de los estudiantes ?

La respuesta a esta incógnita que muchos se han hecho radica no en el recurso tecnológico como tal sino más bien en el entendimiento de cómo los estudiantes aprenden mejor. La ciencia nos ha demostrado que el ser humano aprende mejor cuando participa activamente en la construcción del conocimiento.

Esto implica verse involucrado en diferentes actividades y experiencias vivenciales y de interacción con otros. Los estudiantes tienen diferentes estilos y tipos de aprendizaje, a su vez, tienen inteligencias dominantes que son diferentes de los demás. No tomar esto en consideración es contraproducente y es la razón por la cual muchos estudiantes no logran al final tener un entendimiento significativo para aplicar lo que han aprendido en contextos reales.

El aprendizaje auténtico y experiencial a menudo implica que los estudiantes crean su propio contenido como una forma de interpretar y analizar lo que están aprendiendo. En este sentido, es concluyente que los estudiantes aprenden de una manera más significativa y duradera cuando usan la tecnología para crear contenidos en lugar de ser solo receptores del contenido creado por otros. La razón es sencilla, en un proceso de creación de contenido usando tecnología los estudiantes se ven envueltos en una serie de experiencias que desarrollan habilidades de comprensión, pensamiento crítico, creatividad, comunicación, liderazgo, inteligencia emocional entre otras. También mejora sustancialmente la comprensión y la aplicación de los conceptos de manera integral y contextualizada.

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La siguiente forma en que la tecnología puede apoyar de gran manera la educación es a través de las posibilidades que abre para desarrollar el aprendizaje cooperativo y colaborativo, que si bien es cierto, puede desarrollarse sin tecnología, la realidad es que ésta brinda motivadoras y dinámicas oportunidades a nivel de aprendizaje. La realización cooperativa permite interactuar y aprender de los demás, además de ver puntos de vista no considerados con anterioridad. Por otro lado, las capacidades y habilidades de uno pueden apoyar las debilidades o carencias de otros y viceversa.

La personalización del aprendizaje es particularmente esencial debido a la gran diversidad de estilos, tipos e inteligencias dominantes que tienen los estudiantes. La tecnología permite adaptar los procesos de aprendizaje a sus intereses y necesidades. A su vez, la tecnología permite poder evaluar y medir los resultados, que es algo crítico para determinar la eficiencia o no de la tecnología en el aprendizaje.

Una característica del sistema tradicional de educación es que presenta un modelo de enseñanza que es igual para todos los estudiantes, todos reciben el mismo contenido y de la misma manera, todos son evaluados igual, todos deben hacer lo mismo, no toma en cuenta ni valora las diferencias existentes en cada estudiante.

Por otro lado, la escasa retroalimentación que se le da a los estudiantes es bastante perjudicial. Generalmente es hasta el final de cada período que el estudiante recibe algún tipo de aporte por parte del docente que le permita conocer en qué áreas debe mejorar. Paradójicamente, la investigación sugiere que el aprendizaje se produce no solo más rápido sino de una manera más eficiente y significativa cuando el estudiante tiene oportunidades de aplicar los conceptos de manera auténtica y contextualizada y a su vez recibe retroalimentación inmediata sobre lo que ha hecho bien o mal y cómo puede mejorarlo.
Las herramientas digitales permiten analizar el progreso de los estudiantes de maneras más dinámicas, interactivas y personalizadas.

¿ Cómo solucionar la problemática general del uso y aplicación de tecnología en las instituciones educativas ?

Los objetivos educativos deben determinar la tecnología a utilizar y no al revés. Este es el principio más básico y elemental de todos. Nunca se debe pensar en tecnología antes que el aprendizaje. Los equipos pedagógicos deben plantearse en primera instancia si la metodología de instrucción predominante en la institución es la más adecuada para mejorar el aprendizaje de los estudiantes.

Metodologías activas constructivistas como el Aprendizaje Basado en Proyectos, Retos o Problemas han demostrado ser mucho más eficaces que los modelos tradicionales conductistas a los que estamos acostumbrados. La transformación educativa sucede en el cambio de metodología pedagógica y no en la adquisición de más recursos tecnológicos como se mencionó anteriormente.

En este sentido es esencial que a nivel curricular la aplicación y evaluación del uso tecnológico en la educación esté presente de manera transversal en las materias que se imparten en la institución; no significando esto que la tecnología deba usarse siempre y en todos los casos.

La tecnología debe verse como un recurso que apoya la práctica docente para alcanzar los objetivos propuestos y el desarrollo de habilidades blandas y técnicas en los estudiantes. La tecnología debe convertirse en un aliado del docente y los estudiantes y no en un enemigo como sucede a menudo.

En este sentido, la institución educativa debe asegurarse que la tecnología que se va a usar funcione a la perfección y que todos los elementos técnicos y administrativos han sido previamente contemplados y están completa y rápidamente disponibles para los docentes y los estudiantes.

La tecnología que se escoja debe promover y desarrollar las competencias digitales esenciales de este siglo. Eso significa la capacidad de los estudiantes para buscar, filtrar, agrupar, seleccionar y clasificar información en el Internet de una manera correcta y eficaz y más aún, aprovechar la información disponible para potenciar su propio aprendizaje y aplicación.

Para finalizar, es imprescindible que los docentes reciban suficiente desarrollo profesional, capacitación y entrenamiento para poder aplicar los recursos tecnológicos desde una metodología pedagógica que impulsa e inspira el aprendizaje contextualizado, significativo y duradero en los estudiantes. Sin competencia profesional docente es prácticamente imposible que haya una transformación educativa óptima.

La relevelancia de la Alfabetización Informacional

La relevelancia de la Alfabetización Informacional

Alfabetización Informacional

La llegada de la denominada “sociedad de la información y del conocimiento” ha marcado un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad, la cual ha sido caracterizada por un desarrollo tecnológico exponencial y un incremento descomunal y desmedido de la información generada y difundida en plataformas digitales a través del Internet. Nunca antes hemos tenido acceso a tantos recursos informativos y datos como los tenemos en la actualidad, ni tampoco se ha tenido tanta facilidad para publicar o difundir información como hoy en día.

Aunque pareciera que tener exceso de información y facilidad de acceso es algo intrínsecamente bueno, la realidad es otra distinta. Gran parte, sino la mayor, de la información existente es falsa o no precisa, o está escrita de manera que pretende influir o persuadir a los lectores para que crean o apoyen alguna postura, doctrina, ideología o creencia a conveniencia de los intereses de algunos. No por nada, los sitios de noticias falsas son tan populares hoy en día, y tienen tantos seguidores. Sin duda alguna, el manejo que hagamos de la información afecta todos los ámbitos de la vida, y por eso es fundamental educar en la alfabetización informacional.

La mayor parte de los esfuerzos educativos a nivel mundial a través de la historia han estado enfocados en que las personas en general cuenten con la capacidad de leer, escribir y tener un nivel de comprensión de lectura aceptable, al menos este fue el enfoque de la mayoría hasta finales del Siglo XX, que es cuando se empiezan a hacer esfuerzos más marcados e intencionales por darle un mayor valor, significado y relevancia a la forma en que los individuos encuentran, procesan y entienden la información a su alcance y el uso que le dan a la misma.

El cerebro aprende primeramente por la emoción, y luego por la razón. Sin embargo, generalmente se quiere educar a los estudiantes desde el punto racional dejando las emociones de lado y el cerebro simple y sencillamente no funciona así. Un estudiante que no se siente escuchado, valorado o tomado en cuenta puede llegar a interpretar cualquier actividad educativa como una amenaza, y es aquí cuando el cerebro reptiliano (supervivencia) reacciona en modo lucha o huída pudiendo provocar procrastinación, bajos niveles atencionales e inclusive una inhibición de acción en los estudiantes.

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Previo a la aparición de la digitalización en nuestra sociedad, se consideraba que una persona era alfabeta cuando podía dominar los procesos propios de la lectoescritura, en resumen, leer textos, comprenderlos y registrar ideas, concepciones o pensamientos acerca del mismo a través de la escritura (ensayos, documentos, investigaciones, tésis etc.). Tradicionalmente se ha vinculado el término alfabetización a las competencias de lectoescritura propias de una sociedad con muy poco desarrollo y acceso tecnológico, o sea, la vivida primordialmente antes de los años noventa. El alfabetismo, a causa de la dinámica del mundo actual, debe de ir mucho más allá que solo saber leer y escribir o conocer cosas como bien lo dijo Jimmy Wales, fundador de Wikipedia, el nuevo alfabetismo debe enfocarse en saber usar la información.

En esta denominada “sociedad de la información y del conocimiento” se hace cada vez más imprescindible un uso inteligente de la información para poder, no solo aprender, sino también tomar mejores decisiones y resolver los diferentes problemas, retos o desafíos que puedan aparecer en la vida cotidiana, más aún, poder tener un pensamiento crítico, objetivo y libre de prejuicios con respecto a lo que se lee o investiga.

El reto primordial no es conseguir información, sino cómo manejar la gran cantidad disponible, teniendo en cuenta la obligatoriedad de saber validar las fuentes, identificar o distinguir noticias falsas y verdaderas, y poder tener un pensamiento crítico libre de todo sesgo de confirmación.

Alfabetizar a la sociedad en la actualidad demanda por consiguiente considerar todos los aspectos propios de las características y particularidades que vivimos, muchas de las cuales son el resultado de la Tercera y Cuarta Revolución Industrial y el auge exponencial de innovaciones tecnológicas que las mismas han generado y cómo estas han influido en el comportamiento de las personas.

No solo eso, sino que educar en la Alfabetización Informacional se torna imprescindible para garantizar el crecimiento personal y profesional de los individuos y por ende de la sociedad, ya que en la medida que las personas tengan acceso a mejores fuentes de información y puedan utilizarlas de manera crítica, objetiva, consensuada, responsable y razonable les pone en posición de tomar mejores decisiones que los que no tienen este acceso o no han sido alfabetizados informacionalmente.

La American Library Association enfatiza que los que han sido educados y preparados en alfabetización informacional desarrollan la competencia de aprender a aprender. Saben cómo buscar y organizar la información y generar conocimiento, también están preparadas para el aprendizaje informal y permanente, son autónomos y desarrollan la capacidad de conseguir la información que necesitan para resolver cualquier problema o reto que se les presente o para tomar mejores decisiones cuando es necesario. Esta sociedad del conocimiento está demandando personas con alta capacidad reflexiva, crítica, investigativa y ética.

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¿Qué podemos hacer para fomentar el pensamiento crítico por medio de la alfabetización informacional?

  • Motivar a las personas a estudiar con profundidad las diferentes posturas de un tema antes de emitir opiniones o generar juicios de valor objetivos y libres de todo sesgo. El sesgo de confirmación es la tendencia que tenemos los seres humanos de buscar, aprobar y favorecer aquella información que apoya nuestras creencias sobre un tema en particular y desaprobar de manera enérgica cualquier idea o hipótesis contraria. Sin estudiar e investigar diligentemente las diferentes posiciones y ser tolerante ante las ideas de los demás, permitiendo inclusive que lo expuesto pueda influir la postura o pensamiento inicial es imposible tener pensamiento crítico, todo se vuelve meramente emocional y sin fundamento genuino.
  • Enseñar a las personas a preguntar y cuestionar todo lo que leen, ven y escuchan. De nuevo, validar lo expuesto, contrastar, indagar de manera diligente y responsable.
  • Enseñar a las personas a no confiar en todo lo que está en el Internet, pareciera muy obvio pero en la práctica no lo es, basta con ver las publicaciones de muchos profesionales en redes sociales para darnos cuenta que muchos no saben distinguir una noticia falsa de una verdadera, no saben validar las fuentes o utilizar los motores de búsqueda de manera eficiente. Cada individuo debe ser capaz de poder determinar la calidad de la información, preguntarse si es un artículo académico o divulgativo, saber las credenciales de la persona que lo escribió, el tipo de público al que va dirigido, la fecha de la publicación y la cobertura, o sea si el tema está desarrollado de manera exhaustiva o no.

Claro está que educar en Alfabetización Informacional y Pensamiento Crítico es una tarea laboriosa, sin embargo, no hay otro camino para el éxito del individuo, la sociedad y los países. Por supuesto, muchos gobiernos no quieren a personas con esas características, por eso su enfoque constante en la educación tradicional memorística que no desarrolla ninguna destreza de pensamiento superior, la necesidad de un cambio en estos temas es urgente.

Escucha Activa en Entornos Educativos

Escucha Activa en Entornos Educativos

La escucha activa es una habilidad imprescindible y a la vez extraordinaria, cuando es utilizada adecuadamente facilita las relaciones con las demás personas, a la vez ayuda a afianzar la confianza y la seguridad y permite que haya un mejor entendimiento. Sin duda alguna, tener una escucha activa nos ayudará en todos los ámbitos de la vida y en la práctica docente será particularmente beneficiosa para mejorar las relaciones con los estudiantes, ser más asertivos y efectivos en crear ambientes de aprendizaje resonantes o libres de amenazas o peligros para ellos.

La escucha activa no se trata solo de oír, o sea percibir sonidos a nuestro alrededor, sino más bien escuchar, o sea, prestar atención a lo que se está oyendo, cuando hablamos de escucha activa hablamos de prestar atención de manera intencional, sostenida, interesada y exclusiva a lo que una persona nos está diciendo o comunicando.

Carlo Rogers, psicólogo estadounidense, fue quien dio paso a este concepto y hace referencia a la capacidad del individuo de escuchar a otro de manera sensible, teniendo plena conciencia de lo que se está comunicando y siendo intencional y esforzado en captar con exactitud cada detalle dicho.

Nosotros creemos que escuchamos, pero muy raramente escuchamos con auténtica comprensión, verdadera empatía, aunque el escuchar de este modo verdaderamente especial es una de las fuerzas más potentes para el cambio que yo conozco”. —Carl Rogers

La escucha activa es vital para poder crear relaciones armoniosas en entornos educativos, es imposible que podemos apelar a las emociones de los estudiantes sin escucharles atentamente. El docente necesita saber cómo se sienten, qué piensan, qué les puede estar afectando, rara vez en el entorno educativo se escucha a los estudiantes, siendo ellos la principal razón de la existencia de la escuela.

El cerebro aprende primeramente por la emoción, y luego por la razón. Sin embargo, generalmente se quiere educar a los estudiantes desde el punto racional dejando las emociones de lado y el cerebro simple y sencillamente no funciona así. Un estudiante que no se siente escuchado, valorado o tomado en cuenta puede llegar a interpretar cualquier actividad educativa como una amenaza, y es aquí cuando el cerebro reptiliano (supervivencia) reacciona en modo lucha o huída pudiendo provocar procrastinación, bajos niveles atencionales e inclusive una inhibición de acción en los estudiantes.

La escucha activa promueve ambientes de aprendizaje óptimos para los estudiantes.

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Niveles de escucha

Existen tres tipos o niveles de escucha y es crítico conocerlos, quizás pensamos que estamos escuchando activamente a nuestros estudiantes cuando tal vez no sea el caso.

Escucha superficial: en este nivel la atención no está centrada en lo que la otra persona está comunicando ni tampoco en la persona como tal. Se escucha y se presta atención solamente a lo que es del interés personal, o sea, que dice la otra persona que me guste o se asocie a algo que “merezca” prestarle atención. Es una escucha egoísta que generalmente está acompañada de gestos que demuestran la falta de interés, por ejemplo, ver el reloj constantemente, moverse rápidamente como deseando que la conversación termine, fruncir el ceño, volver a ver para todos lados menos, no ver a la persona a los ojos, entre otras similares.

Escucha atenta: este nivel se conoce como atención consciente ya que la atención está centrada en el interlocutor. La conversación va en dos vías, hay participación, contacto visual, se hacen preguntas y se muestra una buena atención sostenida durante la conversación.

Escucha activa: este nivel se conoce como “escucha 360º”, la persona es capaz de intuir los sentimientos de la otra persona. Intervienen el lenguaje verbal, corporal y el paraverbal (ritmo, tono, volumen, pausas, energía). En este nivel de escucha la persona se dispone para estar totalmente presente para la otra.

Cuántas veces en el entorno educativo hemos prestado realmente atención a lo que un estudiante nos dice, quizás solo escuchamos de manera superficial porque estamos atendiendo otras cosas que parecen ser más importantes. Dentro del entorno educativo, tanto a nivel profesional como vocacional, los estudiantes siempre deben ser lo más importante, y por lo tanto, habrán momentos donde ellos merecen que nos detengamos de nuestras labores, muchas veces administrativas, y dedicarles el tiempo necesario. No olvidemos que muchos de ellos están lidiando con desánimo, frustración, tristeza, apatía entre otras.

Tal vez te puedas estar preguntando qué tiene que ver esto con tu labor docente, tal vez pienses que tu labor es solo la de enseñar una materia y apegarse al currículum escolar, la verdad es que nuestra profesión en estos días va mucho más allá de eso, debemos estar preparados para desarrollar inteligencia emocional en los estudiantes, debemos entender la relevancia de crear ambientes cerebro compatibles y debemos entender que estamos educando para la vida de manera integral.

Los docentes que por lo usual recordamos con más cariño fueron aquellos que dieron la milla extra por nosotros, los que sacaron tiempo para escucharnos o ayudarnos con un problema, los que nos dieron palabras de ánimo o un regaño cuando era necesario, aquellos que nos escucharon activamente. La pregunta es qué tipo de docente queremos ser, uno que deja huella o uno que solo se preocupa porque los estudiantes pasen los exámenes de mi materia.

Consejos para mejorar la escucha activa:

  • Disponerse a estar presentes física y emocionalmente y poner atención de manera intencional, quitar los distractores por un momento y concentrarse en el momento.
  • Ser empáticos, ponernos en los zapatos de la otra persona.
  • Demostrar amor e interés auténtico: es imposible tener una escucha activa con algún estudiante sin realmente preocuparnos por ellos y mostrarles amor y respeto, debemos educar con el corazón.
  • No juzgar ni justificar, debemos reconocer lo que se nos está comunicando con una mente abierta, respetuosa, comprensiva y compasiva para poder apoyar al estudiante de la mejor manera.
  • No interrumpir, respetar los silencios, ser paciente. Esperar el momento oportuno para hablar.
  • Validar la información cada cierto tiempo, asintiendo con nuestra cabeza o usando expresiones como “ajá” o “ah” y preguntando si algo no ha quedado claro.
  • No ofrecer soluciones prematuras ni contar nuestras experiencias personales al menos que sea completamente necesario para ayudar al estudiante a entender mejor lo que le está sucediendo.
  • Nunca rechazar los sentimientos o emociones, no es bueno decir “tranquilo eso no es nada”, aunque para nosotros nos parezca que no es nada para el estudiante quizás no lo sea, debemos saber respetar y entender eso, todos somos distintos y los estudiantes están en un proceso madurativo completamente diferente del nuestro.
Mindfulness para Docentes

Mindfulness para Docentes

Mindfulness para Docentes

La práctica docente tiene un impacto importante en la salud mental, la enseñanza es considerada una de las ocupaciones más estresantes en Estados Unidos, y el estrés emocional y la mala gestión de las emociones se identifican constantemente como las principales razones por las que los docentes abandonan su profesión.  (Leigh McLean, 2015).  Según (CEUPE, 2020) el síndrome del burnout es una de las principales razones de deserción entre la población docente. Es evidente el nivel de estrés malo o distrés que muchos llegan a sufrir, y no es para menos, los docentes tienen que lidiar no solamente con sus estudiantes que ya de por sí es una tarea compleja, sino también con los padres de familia, las cargas burocráticas y administrativas de las instituciones donde laboran, los planes de lección, las evaluaciones y velar por el cumplimiento de lo establecido en el currículo escolar. Si a todo esto le agregamos la carga laboral que ha suscitado la situación mundial con el Covid-19 pues tenemos una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento. 

Estas situaciones por supuesto pueden causar en las personas estrés malo o distrés, cuando hablamos de distrés, estamos hablando de aquellas personas que presentan un dolor o sufrimiento emocional, social, espiritual o físico que puede llevarles a sentirse tristes, asustadas, deprimidas, ansiosas o solas. Las personas que presentan este tipo de estrés también pueden sentir que no pueden manejar o hacer frente a los cambios causados por las actividades normales de la vida. (Institute, 2021) 

La situación actual de pandemia que estamos atravesando ha forzado a los docentes a reinventarse en muchas áreas, a utilizar la tecnología de maneras que quizás nunca lo habían hecho antes, a planificar sobre una metodología virtual sobre la cual no tenían experiencia, y a aprender una serie de tecnologías, aplicaciones y dinámicas para poder llevar adelante los procesos educativos y en un tiempo muy corto. 

Se ha evidenciado una carga laboral de al menos el doble de lo que estaban acostumbrados a trabajar en promedio, ha sido notorio también la crítica constante por parte de algunos padres de familia que simplemente no entienden la realidad de la situación que estamos viviendo y que sí es posible tener una educación de calidad en este formato de educación virtual o en línea. 

Aparte de todo esto, muchos docentes tienen que lidiar de igual manera con sus hijos y familia, o sea, muchos docentes que se han visto forzados a educar en línea todo el día ahora también tienen que atender y apoyar a sus hijos en la casa, que de similar manera están recibiendo una educación virtual. Según (Delgado, 2020) la dinámica de la pandemia ha llevado a los docentes a tener que ser mucho más flexibles y a estar más disponibles para atender las diferentes consultas de estudiantes y padres de familia, en alguna medida su intimidad y vida privada se ha visto comprometida seriamente. 

La situación es realmente alarmante, según (Steindhardt, 2011) el síndrome de burnout y distrés es tan alto que está amenazando seriamente la calidad educativa y por supuesto el rendimiento escolar de los estudiantes. Es, por lo tanto, imprescindible hacer un alto en el camino y brindar el apoyo necesario a los docentes para que puedan seguir adelante en esta profesión de una manera óptima y satisfactoria, de no hacerlo, se perjudica mucho su salud y por supuesto los estudiantes se verían también afectados negativamente, ya que sin duda alguna pueden percibir cuando sus profesores no tienen estados anímicos adecuados. 

Según (Clemente Franco, 2010) la docencia es una de las profesiones a nivel mundial que es más impactada por problemas psicológicos y existen muchos docentes experimentando niveles altos de distrés a causa de los requerimientos laborales que esta profesión conlleva. Esta situación se ha visto adolecida por altos niveles de ansiedad, depresión y baja autoestima. Incluso se evidencia que ha llegado al punto de afectar negativamente el desempeño laboral. 

De acuerdo con (Napoli, 2004) a los docentes se les exige que enseñen o que lleven adelante su profesión aun sin contar con las herramientas necesarias para manejar los retos emocionales de los estudiantes, más aún, evidencia la urgencia de poner la atención en lo que los docentes han estado experimentando al cambiar su rol paulatinamente en las últimas décadas, de un rol que era considerado más cognitivo o conceptual a un rol donde se espera que ayuden a sus estudiantes emocionalmente. 

Si entendemos que el recurso más importante que se tienen en una institución educativa para llevar adelante una educación de calidad son precisamente los docentes podemos inferir que un mal desempeño causado por estos altos niveles de ansiedad o inclusive depresión va a afectar de una manera negativa el rendimiento académico de los estudiantes, trayendo abajo cualquier objetivo educativo y de aprendizaje propuesto por las instituciones educativas, cada una en particular. 

Pero más allá de todo esto, ¿será la práctica de la atención plena o mindfulness una solución adecuada para apoyar a los docentes y que ellos puedan sentirse animados a pesar de las circunstancias negativas y difíciles que están enfrentando? 

Según (Leanne, 2011) la atención plena y la meditación son estrategias que ayudan en gran manera a promover el bienestar en los individuos y ayudarles a desarrollar habilidades que les permita regular sus emociones. Los docentes pueden aplicar este recurso para autorregular las emociones causadas por la carga tan estresante que viene con la dinámica y la práctica de esta profesión. 

Se supone que una atención plena y un estado anímico adecuado y regulado puede ayudar a los docentes a centrarse de una mejor manera en sus estudiantes y de esa manera optimizar los procesos de enseñanza-aprendizaje y el rendimiento académico de ellos; a la vez que les permitirá vivir una vida en general más feliz y satisfactoria. 

Según un estudio realizado por (Clemente Franco, 2010) los docentes que practicaron técnicas de atención plena mostraron una reducción significativa de distrés psicológico en comparación con aquellos que no lo practicaron en el grupo de control. Según (Hulsheger, 2013) las estrategias de atención plena mejoran la satisfacción laboral y ayudan a evitar que las personas que trabajan en profesiones que generan niveles altos de distrés, como la docencia, sufran del síndrome de burnout o caigan en depresión, ya que estas estrategias están desarrolladas para que las personas mejoren y regulen sus niveles emocionales y cómo se enfrentan ante situaciones complejas, frustrantes o dolorosas.  

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La práctica de la atención plena ayuda a cultivar cualidades positivas como la compasión y la empatía, lo cual puede funcionar de base para el desarrollo de habilidades sociales y emocionales que permitan optimizar la práctica docente. (CEUPE, 2020)

La atención plena es algo que los docentes pueden poner en práctica de manera informal o casual o de manera más formal, disciplinada o estructurada. El beneficio del mindfulness radica en la constancia, para un público latino caracterizado muchas veces por la falta de compromiso y disciplina es necesario desarrollar una metodología que permita crear un hábito permanente. 

Una propuesta educativa en este sentido debe determinar aquellas áreas o situaciones que están produciendo más distrés o burnout en los docentes. En particular, en estos tiempos de pandemia, se han podido identificar algunas como la tensión que supone el confinamiento, enseñar utilizando tecnologías poco conocidas, adecuar los currículos educativos al formato virtual, la complejidad de lidiar con estudiantes que no quieren conectarse o poner atención y aquellos que no se han tomado en serio lo que se está viviendo, las quejas de algunos padres de familia, la carga laboral desmedida, entre otras similares.

En este sentido se deben utilizar primeramente evaluaciones, que permitan exponer los niveles de autocompasión que cada uno de ellos tienen, para que puedan hacer conciencia también de la situación que están viviendo y cómo están gestionando sus emociones. 

Identificar las áreas que están generando mayor distrés e identificar qué tanta compasión y amor se tiene por sí mismo, va a permitir sin duda que los docentes encuentren un sentido profundo a la práctica del mindfulness y puedan llevarlo a la práctica de una manera disciplinada, y dependiendo de los resultados considerarlo como algo que agregar al estilo de vida de cada uno, hay mucha evidencia del aporte del mindfulness y la atención plena en las personas, sin embargo, si las personas no entienden el por qué o la necesidad de por lo menos darle una oportunidad a estas técnicas nunca se van a producir cambios. 

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Dicho lo anterior podemos inferir, que hay una alta probabilidad de que los docentes no estén identificando aquellas áreas que están generando más distrés, es primordial identificar las causas primero y determinar cuáles pueden ser erradicadas antes de dejar todo en manos de una sola técnica, recurso o actividad. De no hacerse así, pueden llegarse a permitir cada vez más situaciones de estrés que haga más complejo que técnicas como la atención plena pueda apoyarles; esto es, sin embargo, una suposición que habría que investigar más en detalle. 

La metodología recomendada, es la de llevar los conceptos más elementales de la atención plena a la práctica, generando y proponiendo actividades que pueden desarrollarse de una manera sencilla pero igualmente potente. 

En este sentido, encontramos una serie de pasos propuestos, que pueden ayudar de una gran manera a empezar a incorporar el recurso de la atención plena, de una manera paulatina pero firme, donde los docentes puedan, de una manera sencilla y práctica, desarrollar un hábito que les permita lograr los objetivos propuestos. 

Se deben establecer tiempos para compartir las bondades del mindfulness, la evidencia científica y empírica, ver testimoniales y de esta manera despertar la curiosidad y necesidad en los docentes. Como parte de la metodología, se debe invitar a que los docentes continúen practicando y haciendo ejercicios de atención plena para poder compartir, no sólo la teoría sino también la experiencia práctica, nadie puede exponer o recomendar algo como la atención plena a alguien, sin antes haberlo experimentado a profundidad y evidenciado los cambios en la vida cotidiana.

 

 

Referencias

Autocompasión, M. y. (s.f.). Mindfulness y autocompasión. Obtenido de Test de autocompasión: https://www.mindfulnessyautocompasion.com/test-autocompasion

CEUPE. (2020). Mindfulness en niños y adultos. Madrid, España.

Clemente Franco, I. M. (2010). Reducing Teachers’ Psychological Distress through a Mindfulness Training Program. The Spanish Journal of Psychology, 12.

Delgado, P. (28 de 08 de 2020). Observatorio de Innovación Educativa – Tecnológico de Monterrey. Obtenido de Burnout, el efecto de la cuarentena: https://observatorio.tec.mx/edu-news/burnout-docencia-familias

Germer, C. (2011). El poder del mindfulness: liberate de los pensamientos y las emociones autodestructivas. Barcelona: Paidós.

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Escuelas 4.0: Escuelas que Educan para la Vida

Escuelas 4.0: Escuelas que Educan para la Vida

Escuelas 4.0

Cuando hablamos de Escuelas 4.0 debemos entender primero los retos a los cuales se están enfrentando las instituciones educativas en general. Uno de los retos más grandes para los docentes y las instituciones educativas se encuentra en cómo abordar la falta de interés y de emoción, la desmotivación en el aula, los bajos niveles educativos, las dificultades de aprendizaje y la deserción escolar. 

Una gran cantidad de docentes no saben qué más hacer para captar la atención de sus estudiantes y lo que vemos es que se le está dedicando demasiado tiempo a la preparación de las lecciones, al currículo educativo, a los programas y a seguir una estricta carga de contenidos. 

No se está pensando realmente en los estudiantes, en cómo ellos aprenden de mejor manera, qué les interesa y les apasiona, qué los emociona, qué es lo realmente importante para ellos y su futuro. Todo el sistema educativo es impuesto y sin la más mínima consideración en la personalización y contextualización del aprendizaje, como si todos los estudiantes aprendieran de la misma manera. Claro está que cuando esto sucede el estudiante no logra tener la emoción suficiente que le permita al cerebro activar los mecanismos de aprendizaje como la atención y las memorias.

Se exige atención por parte de los estudiantes pero la realidad es que los docentes no están siendo capaces de captar su atención, y mucho tienen que ver con el enfoque educativo y hacia donde se están dirigiendo los esfuerzos y los presupuestos. 

La Neurociencia ayuda en gran manera a entender los procesos de enseñanza y aprendizaje y cómo el docente puede ser más efectivo en su vocación. En gran medida los docentes están sobreviviendo en un mundo tan fluctuante y cambiante como el que tenemos actualmente y no debiera ser así. Las neurociencias permiten a los docentes comprender aquellos factores que influyen en el aprendizaje y simultáneamente tener un entendimiento integral del ser humano. 

Las Escuelas 4.0 invierten en preparar docentes para darle un giro completo a la triste realidad que se está viviendo en muchas instituciones educativas en la región y entienden la urgencia de evolucionar y adaptarse a esta nueva generación, y a la revolución industrial que estamos viviendo actualmente. 

Desde hace bastantes años, expertos y observadores de todo el mundo se refieren a los niños en edad escolar como “nativos digitales”, ya que han crecido en un mundo conectado y digitalizado, a diferencia de los adultos que han tenido que acostumbrarse a la tecnología y conectividad. Y es la verdad, la mayoría de los niños parecen entender muy bien todo lo que es digital aún siendo muy pequeños y sin conocimientos ni formación previos.

Las cosas han cambiado drásticamente debido a esa realidad. La educación no es la excepción, dado que el modelo que parece prevalecer en la mayoría de las escuelas del mundo se basa en un modelo anticuado del siglo XX y XIX inclusive; que involucra lo que los académicos llaman contenido y control por edades, instrucción didáctica, conocimiento prescrito, progresión uniforme, horarios fijos y evaluación estandarizada a través de la memorización.

A pesar de un siglo de innovación y tecnologías extraordinarias, la enseñanza en la mayoría de las escuelas sigue estando dominada por planes de estudio prescriptivos e impulsados ​​desde el exterior, pedagogías que están dominadas en exceso por enfoques didácticos de enseñanza, aprendizaje pasivo, un enfoque en procesos cognitivos de orden inferior y una carencia profunda de desarrollo competencial. Estas prácticas generalmente colocan a los estudiantes como aprendices pasivos del conocimiento de los demás.

Por otra parte, las escuelas 4.0 no están diseñadas para ‘rellenar’ los estudiantes con clases particulares de conocimiento existente, sino para aumentar su capacidad de aprender de forma autónoma y de manera cooperativa, de aprender en todas partes y en cualquier momento, y brindar a los estudiantes las herramientas necesarias que les permita crear nuevos conocimientos, ponerlos a la disposición de otros y desarrollar las habilidades necesarias para triunfar en un mundo tan competitivo, tecnológico y globalizado como en el que vivimos hoy en día.

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La tecnología por supuesto tiene un papel fundamental en las iniciativas de innovación en las instituciones educativas. Las escuelas comprometidas a desarrollar planes para incorporar la tecnología como parte integral de la educación experimentan un importante empoderamiento y participación de los estudiantes en el proceso de aprendizaje. 

Además, ayuda a desarrollar en los estudiantes las habilidades esenciales del Siglo XXI que son imprescindibles para el éxito en sus futuras carreras y puestos de trabajo. Algunas de esas habilidades son: resolución de problemas, colaboración, pensamiento crítico, innovación, comunicación, creatividad, flexibilidad cognitiva.

Los empleadores de todo el mundo están clasificando la resolución de problemas como la habilidad número uno requerida actualmente. Casi el 60 por ciento de los empleadores en los Estados Unidos califican el pensamiento crítico y la resolución de problemas como “imprescindibles” para los graduados de la escuela secundaria que ingresan a la fuerza laboral. Tres de cada cuatro empleadores también predicen que destrezas como la resolución de problemas, el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad serán aún más importantes para el éxito laboral en el futuro cercano.

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Las escuelas 4.0 se caracterizan por:

  • Tener la mirada muy atenta a la realidad del mundo actual, al contexto al cual se van a enfrentar sus estudiantes, a las habilidades y competencias que está demandando la sociedad, la economía, la globalización y los avances tecnológicos. 
  • Educar para la vida, preparan a los estudiantes para el futuro, para lo incierto, para profesiones que no han sido creadas, para tener la capacidad de emprender, para que puedan aplicar y crear tecnologías nuevas y que tengan capacidades altas de resolución de problemas. 
  • Formar a los estudiantes de manera integral y competencial, es decir de manera conceptual, procedimental y particularmente con un alto enfoque en la parte actitudinal, formando así personas de valor, de integridad, con altos valores morales y sociales, con buena inteligencia emocional y capacidad para aprender a aprender. 
  • Tener un enfoque neuroeducativo y neurodidáctico donde los docentes optimizan su práctica docente desde y para el cerebro que aprende. Los docentes aplican los conceptos fundamentales de la neurociencia para lograr alcanzar a todos los estudiantes y potenciar su desarrollo cognitivo, cognoscitivo y competencial. 
  • Enfocarse menos en los contenidos y libros de texto y más en el desarrollo de habilidades de pensamiento y habilidades requeridas en nuestros días. Los contenidos funcionan como base para crear nuevos conocimientos y experiencias de aprendizaje.
  • Promover la creación de ambientes resonantes o cerebro compatibles, esto se refiere a crear los espacios necesarios para que los estudiantes se sientan motivados a dar lo mejor de sí mismos, que se sientan en un ambiente seguro y libre de amenazas, donde se sientan escuchados, apreciados y valorados. Esto incluye componentes relacionados a la infraestructura y los espacios de clase, la salud mental, los componentes emocionales, y las evaluaciones enfocadas en la motivación y no en el calificación. 
  • Crear oportunidades para que los estudiantes aprendan a pensar críticamente, trabajar en colaboración, y tomar las decisiones adecuadas en entornos académicos que mejoran su capacidad para aprender de manera creativa y significativa.
  • Promover el uso y la aplicación de la tecnología dentro y fuera del aula. Esta aplicación va más allá de un simple uso sustitutivo de dispositivos tecnológicos o programas, los estudiantes en cambio son capacitados para usar la tecnología para crear proyectos que sería imposible crear sin tecnología. Los estudiantes desarrollan pensamiento computacional, alfabetización digital e informacional, y aprenden cosas como programación (coding), robótica, inteligencia artificial, Big Data y IoT (Internet de las Cosas) de manera práctica, aplicativa y experiencial.
  • Promover la incorporación de recursos curriculares tecnológicos para promover las 6 C ‘s del siglo XXI: Colaboración, Criticidad (Pensamiento crítico), Comunicación,  Creatividad, Comprensión, Codificación.

Hacia los docentes, las escuelas 4.0 se caracterizan por: 

  • Velar de manera intencional y cuidadosa por el bienestar integral de todo su cuerpo docente, entendiendo que entre más motivación y felicidad haya en los docentes mayor el impacto educativo positivo en los estudiantes. Docentes con síndromes como el burn-out no rinden de igual manera, los que terminan sufriendo al final son los estudiantes. Se cuida a los estudiantes cuidando el material humano que está con ellos diariamente. 
  • Proporcionar desarrollo profesional y capacitación constante, evaluada y con seguimiento para apoyar a los maestros en su práctica docente desde la neuroeducación, la psicopedagogía, y la integración de la tecnología en la educación.
  • Crear comunidades de aprendizaje para compartir, entre el profesorado, los usos innovadores en la educación y el aprendizaje para fomentar las estrategias requeridas para la formación de los líderes del mañana.

Las escuelas 4.0 brindan soluciones concretas a los requerimientos puntuales de la cuarta revolución industrial, poniendo un alto énfasis en el desarrollo competencial, el desarrollo de la inteligencia emocional, y el desarrollo de las  habilidades necesarias a nivel global. 

Las escuelas 4.0 no paran de innovar con sentido, pensando en qué es lo mejor para los estudiantes y su futuro, prestan cuidado intencional a su personal docente y buscan siempre que la escuela sea un lugar feliz para los educandos y la comunidad educativa en general.